Se considera «cicatriz» la señal o marca en la piel después de cerrar una herida, es decir, la piel que crece sobre un corte, una llaga, una quemadura... No son todas iguales ni funcionan del mismo modo: cada cicatriz se cura a su manera y con un ritmo diferente, ya que su evolución suele variar dependiendo de algunos aspectos como la zona en que se produce, la edad de la persona, el tamaño y la profundidad de la herida, entre otros. En el caso de los queloides, por ejemplo, el tejido cicatricial puede crecer de más debido a una fabricación excesiva de colágeno y provocar un engrosamiento de la cicatriz y esta anomalía puede responder a motivos genéticos. Asimismo, las mujeres también son más propensas a sufrirlos, así como los menores de 30 años.